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"El Militar" (Texto de Diego Mazón, España)


Agradecimiento


A Carlitos, que me envió esta reflexión del periodista español Diego Mazón.



"En buena o mala fortuna, la milicia no es más que una religión de hombres honrados"

¿Quién lo dijo?
Pedro Calderón de la Barca, por el año 1600.



Pedro Calderón de la Barca (Madrid, 1600-1681) fue un escritor, dramaturgo y sacerdote español. Fue miembro de la Venerable Congregación de Presbíteros Seculares Naturales de Madrid San Pedro Apóstol, Caballero de la Orden de Santiago, uno de los más insignes literatos barrocos, poeta cortesano y Soldado. En 1651 se ordenó sacerdote.


Diego Mazón es Licenciado en Periodismo y Técnico en Comunicación Integral por la Universidad Francisco de Vitoria. Ha trabajado en Radio Nacional de España, en el diario La Razón (donde fue Jefe de Sección y Redactor Jefe de Política), y fue Director de Comunicación del Ministerio de Defensa de España.





Es un texto que refiere al Ejército de España, pero la profesión de las Armas tiene valores universales, por lo que se adapta perfectamente a nuestro sentir y a nuestro país.


"El Militar", texto de Diego Mazón, diario La Razón, España



De entrada, no lo entiendo. Me he esforzado mucho en entenderlos. He buscado y rebuscado para ver por qué alguien decide meterse a la milicia. Y no lo entiendo.

No comprendo que en la sociedad de hoy una persona opte por entrar en un trabajo como éste, en el que el principal requisito es obedecer a un jefe detrás de otro hasta que, con suerte, llegue a General y aún así, o peor, tendrá que estar a las órdenes del político de turno.

No me cabe en la cabeza que alguien opte por ponerse este uniforme por un mísero sueldo, cuando enfundándose el de Policía Municipal cobraría mucho más. Es incomprensible que un joven de provecho, en el siglo XXI, asuma valores como el sacrificio, la entrega incondicional, la obediencia, el honor, la lealtad, el silencio, la disponibilidad, la constancia, cuando el resto de la sociedad rema en la dirección opuesta.

Hay que tener mucha moral para cargar sobre los hombros de uno la responsabilidad tremenda de proteger a una sociedad que mientras duerme, toma cañas o se va de excursión, ignora y menosprecia a quienes vigilan su libertad, a quienes se dejan la vida en la búsqueda de la tranquilidad de sus congéneres.

Y hay que tener mucha humildad para entrar en una forma de vida en la que la ambición es la última de las prioridades, y en la que te pueden mandar al culo del mundo a cumplir una misión que nadie entiende, en la que te cambian de destino por razones de servicio y no puedes ni rechistar.

No, en realidad a quien no entiendo es a la sociedad, que desprecia a los militares porque no los comprende. A la sociedad en la que algunos aún los consideran un vestigio del franquismo, a la sociedad que es incapaz de decir «gracias» al colectivo que vela por su vida, a la misma que protesta porque el presupuesto de Defensa no vaya destinado a esa vaguedad de fines sociales que se queda en escalones burócratas.

Y no entiendo a los políticos que quieren hacernos creer que los militares son un grupo de voluntarios de uniforme que se dedican a repartir caramelos por el mundo y a hacer de bomberos ocasionales.

Porque al fin y al cabo, como decía Calderón de la Barca, "Aquí, en fin, la cortesía, el buen trato, la verdad, la firmeza, la lealtad, el honor, la bizarría, el crédito, la opinión, la constancia, la paciencia, la humildad y la obediencia, fama, honor y vida, son caudal de pobres Soldados; que en buena o mala fortuna la milicia no es más que una religión de hombres honrados".








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